La cárcel, lo sabemos todos, es el espacio donde las personas sufren deterioro que las afecta física, psicológica, familiar y socialmente. Frente a esta dura realidad el acompañamiento que se hace a través de la pastoral carcelaria es un intento de afirmar su “resistencia” a perder su identidad de Hijo de Dios y por tanto su dignidad.
Es el espacio donde se busca recuperar de manera solidaria y fraternal de tratarse, recuperar la fe para creer en el otro, pero especialmente en sí mismos y en lo que pueden ser capaces de hacer.
Fruto de este esfuerzo de acompañamiento es la reflexión surgida en uno de los pabellones de la cárcel de alta seguridad de mujeres de Chorrillos. Varias internas compusieron un conjunto de oraciones, aquí algunas: “…Dame la fortaleza para soportar este encierro y no tener ningún sentimiento de rencor y resentimiento, no quiero ser una amargada ni amargar a nadie”. “…sé que me será difícil empezar de nuevo porque caminé mucho pero confío como un hijo en su madre que saldrás a mi encuentro”
Propuesta de Trabajo
- ¿Qué podemos hacer para recuperar la dignidad de los pobres, los encarcelados, enfermos, etc?
- ¿Somos fieles a Dios cuando nos preocupamos por la dignidad humana? ¿Por qué?
- ¿Existirán principios u orientaciones para que el creyente actúe en la transformación de la sociedad? ¿Cuáles?
- ¿Cuáles son los problemas del mundo actual que nosotros como Iglesia deberíamos prestar mayor atención? Indíca 4 en orden de urgencia explicando por qué en cada uno